IBON

No sé como empezar este poema...
Tengo el pensamiento puesto en tu mirada...
Todo mi cariño ciegamente centrado en ti...
...Y se me desgarra toda el alma mía...


Presiento, cuando miras... que adviertes nuestras tristezas
Y mezclas tu leve sonrisa, la que te sale de tu niño...
...Y nada puede evitar que nuestros ojos
se vuelvan tristemente humedecidos por una pena...


Nada más, hace presagiar que tengas marcado tu destino...
Tu infancia es suave infancia... como todas las infancias...
Tu cuerpecito de bebé, el mismo, que hemos tenido todos...
Pero un implacable reloj... irá marcando unas malditas horas injustas.



Confío en la humanidad... Tengo ciega fe en la Ciencia...
Se que habrá un gran día para lo tuyo, Ibón...
Y... ¡Eureka!... "Aquí tenéis la fórmula..."
¡Despierta, mi niño!... Que hay un resquicio de esperanza...
Que... No sé donde... un viejo sabio arrinconó tu mal
Y lo tiene a su merced... ¡vencido!...


...Abro mis ojos y te miro, pequeño mío... y tú, también me miras...
Y esta vez no me aportas tu leve sonrisa, la que te sale de tu niño...
...Sonríes abiertamente e mis sueños... Esta vez, mucho más convencido
De que has venido a nuestro mundo... a compartir una muy larga vida.


...Las horas y la vida pasan, como pasa rutinariamente el viento
Y cuando nada las detiene en su curso, pasan y pasan adormecidas...
Son... Como una letanía constante de rutinas pasajeras...
Y a eso llaman, pequeño mío... "La existencia..."


Pido a mi Dios para ti, esas horas y esa vida...
Ese lento pasar de las horas adormecidas...
Esa tediosa letanía constante de rutinas...
Pido en mis oraciones, para ti, Ibón... "Las existencia..."

Fernando Castaño, Umbrales de Abril de 2010.