Para Erika, mi ahijada.
Tú eres la princesita rubia que respira por mis recuerdos, eres
La bella escultura humana de eterna carita aniñada.
…Aún estoy recreándome en tu mar de inquietudes
Y del espontáneo latir de tu sana alegría, Erika…
Quise detener vuestro ayer, bien sabe Dios que no pude, muy atrás
Cuando todos saltabais y corríais por las calles de los pueblos…
Guardaros en aquella calmada inocencia que traía las sonrisas
Donde quedaron semidormidas las eternas edades de los juegos.
Triste noté como se os iban mudando esas ternuras
Y una a una las fui almacenando en mis adentros…
Cientos de los momentos amorosamente aún guardo
Donde tú también estás y hermosa los presides, Erika.
¿Qué fue de aquel angelical coro de nervios, todos juntos…?
¿A dónde se ha ido la suave candidez de todos ellos…?
Tú, aún conservas a esa dulce criatura en tu balada,
Por ti, aun está aquel hermoso tiempo detenido…
No permitas borrar de tu semblante esa mirada
Tan rebosante de luz, llena de amor y de cariño.
Fernando Castaño. Febrero 2009.