Al Souto padronés
Te arranco de mis recuerdos, Souto padronés,
Y fiel, tú me devuelves el esplendor que tenías aquellos días…
Basto campo coronado de eucaliptos corpulentos,
Edénico suelo efímero que solo adoraría mi niñez…
Tú, tenías el encanto de mecerle el viento a los inviernos
Cuando se blandían en sonoros silbidos por tus ramas…
De la inmensa sombra refrescó sus tardes mis veranos
Y todo el pueblo demandaba lo que de rural tenías…
Eras la mano que atendía la calma a nuestras calles
Guardián implacable contra los inviernos rudos…
Y así, te despojaron de toda tu luz y de tus sombras
Como si fueras algo inútil a quien nadie ya quisiera…
…Se abatieron esas sombras de aquella fortaleza
Y talaron tu arboleda fructífera de bellotas…
Creyeron que no se te añoraría nunca
Al ser un modesto campo de un pequeño pueblo.
Ya despierto, solo me queda el ámbito al que le robaron alma.
Nada, de aquellos viejos árboles queda…
Nada, de la multitud de bellotas caídas por tu suelo de arena…
Nada, de aquellas cómodas mesas de piedra… nada de nada me queda…
…Lloré tu humildad indefensa cuando abatieron los cuerpos.
Uno a uno, caídos fueron apagando tu grandeza…
Alguien te cubrió de cemento para darte peor muerte,
Porque volvía el hombre con su batalla para hacer progreso.
Por donde hubo cerdos, ovejas, caballos, arboleda y vida…
Firmamentos de ordenadas primaveras…
…Queda esa aglomeración de necesidades y de ruidos…
Una marcada presencia de imprescindibles, menos de naturaleza.
Fernando Castaño Solar. Poemas del ayer.